Protocolo: Poder para dar forma a la imagen Mujeres en la diplomacia de la moda

  • Irresistible. Elegancia clásica.
  • Decorativa. Sexy.
  • A la moda. Femenina. Atractiva.
  • Irradia optimismo. Genial con naturalidad. Cómoda.

Si bien no estamos de acuerdo con generalizaciones de ningún tipo, los estereotipos han evolucionado y se han hecho conocidos internacionalmente.

Ciertos adjetivos están estrechamente asociados con mujeres de diferentes países. A las damas francesas se les considera clásicas y sofisticadas. Las italianas van a la moda y son elegantes. Las estadounidenses son geniales con naturalidad.

Cuando se trata de mujeres húngaras, la afirmación sigue siendo la misma: a las mujeres todavía se les juzga por su apariencia en todo el mundo.

Las mujeres húngaras son hermosas. Eso dicen… Pero la frase sigue: se ha dicho durante años que las mujeres húngaras son sexys y algo provocativas, y que no tienen miedo a mostrar de lo que se sienten orgullosas. Se les considera confiadas y extrovertidas, en lugar de ser modestas o tímidas.

Las prendas de vestir elegidas suelen reflejar la actitud y la conciencia de una misma: cómo se siente consigo misma una en ese preciso momento y cómo se respeta a sí misma y a su entorno en general.

Simplemente vaya a dar una vuelta por el paseo junto al río Danubio en una noche de verano, mire las terrazas de las cafeterías locales o simplemente recuerde una noche en el lago Balaton durante la temporada alta: la segunda frase del artículo cobra sentido de inmediato. Aunque no aprobamos la generalización, especialmente entre naciones y culturas, simplemente no podemos ignorar el hecho de que la opinión pública internacional considera a las mujeres y jueces por su apariencia.

Algunos dicen: “La ropa no hace al hombre”. ¡Oh, pero sí que lo hace! Si tiene alguna duda al respecto, vaya a gestionar algun asunto formal vistiéndose provocativamente, con ropa muy femenina. ¿Qué pasaría? Precisamente eso. Nos tratarían de la manera que aparentamos en cada momento.

“¡En primer lugar sepa quién es usted y luego adórnese en consecuencia! ”- manifestó Epicteto hace casi dos mil años. Hoy, podríamos añadir algunos detalles más a la cita desde el punto de vista de las comunicaciones: “Uno debe vestirse conforme a la forma en que desea ser tratado, pues el atuendo elegido refleja inmediatamente su nivel de conciencia social, su papel profesional y su título oficial que muestra en cualquier situación”.

¿Cómo quiero que me vean? ¿A quién quiero parecerme? Debemos hacernos esta pregunta todas las mañanas mientras estamos frente al armario. ¿Cuál es mi papel? ¿Quiero que me vean como esposa, madre, líder, influencer o empleada? Si conocemos la respuesta, podemos elegir nuestra vestimenta como corresponde.

Nuestra vestimenta es una herramienta de comunicación no verbal, una parte importante de nuestras relaciones públicas y nuestra marca personal: la vestimenta no sólo afecta a nuestro entorno, sino también nos distingue y expresa nuestra personalidad con más fuerza que las palabras.

Teóricamente, la vestimenta está en armonía con la persona que la lleva. Refleja la edad, el título o rango, el papel social, la personalidad, la cultura y la religión de uno, y también la ocasión y el momento.

Además, la elección de nuestra ropa también puede mostrar nuestras intenciones de comunicación, nuestras relaciones de representación y, lo que es más importante, los objetivos a conseguir en cada situación por la persona que la lleva.

Incluso cuando hay un código de vestimenta estricto en cualquier ocasión, lo que llevamos puesto, dice más que mil palabras.

Todo el mundo asocia, de manera inmediata, sentimientos, impresiones, características a la imagen visual que representamos.

Pero, ¿qué ocurre con aquellas damas que no no asisten como particulares, sino que desempeñan cargos oficiales o son representantes de comisiones sociales? Que lideran empresas, proyectos, organizaciones o comunidades.

Pueden representar instituciones, una determinada causa, un evento, una profesión o incluso un país entero.

Las que desempeñan cargos en la diplomacia, la política o instituciones sociales. ¿Qué se espera de ellas en estos niveles?

Como quiera que sea … ¿qué tipo de experiencia visual, imagen de marca brinda una dama húngara como líder, desempeñando un papel de representación? ¿Puede a través de la elección de su vestimenta expresar una opinión, autoridad o generar confianza y compromiso? ¿Existe alguna mujer húngara conocida y de renombre en la diplomacia, la política o la moda, que, a través de su estilo de vestimenta podría servir como ejemplo siendo embajadora de la diplomacia de la moda?

Alguien, cuya imagen y estilo obtuviera el apoyo internacional. „Ductus exemplo”: predicar con el ejemplo.

Jackie. Coco. Gracia. Diane. Greta. Michelle. Elisabeth. Sofía. Catherine. Ava. Melania. Meghan… nombres, íconos, modelos a seguir de varias épocas, distintas áreas y diferentes papeles… a las que de inmediato las asociamos con fenómenos. La mayoría de las veces, esta asociación es positiva.

Pues, ya es hora de que miremos de cerca y tratemos de encontrar algunos buenos ejemplos cercanos … mujeres que puedan inspirar a otras por su estilo. ¿Quién llega a ser auténtica a nivel internacional por estar en armonía consigo misma y con plenas capacidades profesionales? Su estilo y actitud reflejan este tipo de elegancia segura.

Uno de los objetivos del protocolo es brindar ayuda en esta materia. Cuando enfocamos nuestra vestimenta hacia la femineidad, en lugar de solo mostrar nuestra feminidad. Cuando somos capaces de cambiar los adjetivos arriba señalados -sin duda halagadores- por la definición de mujer elegante, sofisticada, a la moda y fuerte.

El protocolo lo dice claramente: la ambición de las mujeres es vestirse apropiadamente para cada ocasión, evento, situación y comunicar como cada occasion lo requiere.

La vestimenta debe seguir, ante todo, el código de vestimenta indicado, ser elegante, y debe ser acorde al título que se tiene y a la persona que la lleva.

Por ello, se debe prestar mucha atención a los detalles: materiales naturales de calidad, mayoritariamente de un solo color o con estampados discretos. Principalmente, colores utilizados en los negocios, diseños modestos, conjuntos y vestidos sofisticados.

La vestimenta femenina profesional es lo máximo en la jerarquía. Por supuesto, combinado con los accesorios adecuados y preferiblemente con el mismo tipo de actitud y comportamiento, que hace crear una armonía y autenticidad interior y exteriores.

Para obtener resultados, el proceso debe comenzar en el nivel más básico: debemos comenzar a cambiar a nosotras mismas. Dar pasos pequeños, pero necesarios, haciendo cambios en nuestros hábitos cotidianos. Entonces los hábitos se convertirán en naturales, idénticos a una misma, por lo tanto auténticos y verdaderos. Más adelante, comience a predicar con el ejemplo y confíe en que las demás la vayan a seguir.

¿Y cómo puede llegar a ser una persona embajadora de la diplomacia de la moda?

Dejándose guiar por el protocolo, descubrir y mostrar la dama que lleva dentro.

¡Que la femineidad sofisticada vuelva a estar de moda!